viernes, 18 de noviembre de 2011

Antonio Cañete


La pintura figurativa es una representación de la realidad. Una obviedad. Pero esta obviedad encierra alguna sutileza. Al margen de otras muchas consideraciones la visión de la realidad, incluso la de un plano inmovil, se realiza mediante movimientos oculares muy rápidos (como sacudidas) que producen un conjunto de visiones parciales. La "ficción" de la realidad surge de la integración mental de todas esas microrealidades. No todo el espacio tiene el mismo valor. De hecho nuestra intención conduce el movimiento ocular a la estrategia más conveniente.

Cuando un pintor refleja la realidad aborda el camino inverso. Traduce la imágen mental que ha creado a un sistema de masas de color que son susceptibles de ser exploradas por el espectador como si de la misma realidad se tratara. Evidentemente la disposición de las manchas, la elección de los colores, el modo en que se relacionan con los colores que les rodean... forma parte del núcleo duro de la forma de representación lo que constituye el estilo de un artista.

Piensen en los perfectos degradados renacentistas, en las apasionadas pinceladas románticas, en los ordenados análisis puntillistas o en la maravillosa gama  de atormentados experimentos de la escuela de Londres (e.g. aquí, aquí , aquí o aquí)

Y toda esta introducción viene a cuento de la exposición de Antonio Cañete en el Centro Cultural Villa de Móstoles. Acudo a la inauguración esta semana. Los cuadros de Antonio utilizan un estilo bien definido. Masas de color plano y rotundo que se interdigitan con las masas vecinas formando contornos variados y sinuosos. El artista aplica esta forma de representación a fragmentos (de rostros, de escenas, de poses en movimiento) que evocan la totalidad de la que parten. Un único recurso produce sin embargo impresiones diferentes.

A veces en un retrato nos sugiere inestabilidad, casi un halo de inseguridad, como si la propia indecisión en ocupar un lugar se tradujera en la inestabilidad de la representación

Antonio  Cañete. Carnaval


A veces se sugiere la vibración que produce el efecto invisible del aire en los exteriores que contemplamos desde la lejanía

Antonio Cañete. La salida


A veces constituye un recurso expresivo que acentúa la tensión de una danza o inmoviliza un momento en que un medio fluido, lleno de reflejos y deformaciones modifica nuestra visión.

Antonio Cañete. Buceador II


Acudo a la exposición con un fantástico grupo de amigos pintores que me comentan aspectos que me habían pasado desapercibidos como la sutileza en el manejo del color en los retratos que, variando con el personaje, le confieren un carácter de retrato psicológico.

Pero no querría acabar sin destacar un aspecto más. La pintura es un gesto y en muchas ocasiones "se pinta como se es". Antonio es una persona directa y sus obras también lo son. Su discurso plástico es claro y bien organizado (manchas de color bien diferenciadas, amplia excursión de claros y oscuros, valentía en la utilización de manchas de gran tamaño, constancia en los elementos utilizados) y nos sugiere una lectura de la realidad sin ambigüedad. Su pintura establece una comunicación directa con el espectador y hace que los asistentes comenten hasta que punto uno u otro trabajo les ha resultado más evocador y ha producido en ellos el recuerdo de imágenes casi olvidadas.

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