miércoles, 9 de marzo de 2011

Chardin en el Prado


El siglo XVIII marca el final de la edad de la edad moderna. El amplio mundo descubierto había podido ser integrado en un orden social estable. Los consensos básicos permitían una vida en que el cambio no era un valor y las clases medias comenzaban a emerger. Se trataba más bien de vivir de la mejor forma posible en el marco  que se les había legado. Para disfrutar del siglo XVIII lean por favor las memorias de Casanova. Disfruten de los juicios que le merecía España, de su vida en la calle del desengaño o de su encarcelamiento. De sus contactos con el conde de Saint Germain o de su vida en Holanda. Pueden descargarlas aquí en ingles y se han reeditado en español recientemente.  

Se atisba una sociedad estratificada en que cada uno en su sitio trata de desenvolver su vida lo mejor posible. Obviamente cuando alguien tiene la inteligencia de Casanova es más fácil disfrutar del mundo. La sinceridad todavía no era algo deseable y si alguien no era inteligente no era demasiado grave engañarle. Se mantenía sin embargo una honestidad personal y las personas sensibles (y Casanova lo era) tenían un gusto especial por la bondad.
 
Esta introducción viene a destacar que cuando cambia la escala de valores de la sociedad es difícil interpretar lo que el autor quiso decir con su obra. Chardin vivió en el siglo XVIII y murió diez años antes de la revolución francesa. Su obra (se dice que pintó en torno a 200 oleos y pasteles) se expone en el Prado. En este enlace se ven los detalles. Es una documentación estupenda.


Vamos a alguna de las obras expuestas: un bodegón con una raya. Es un cuadro grande. Un gato lleno de vida a punto de saltar sobre unas ostras y quizá también sobre unos peces. Una raya que ha sido parcialmente despiezada mira con el aspecto de un humano a quien de le hubiera practicado una vivisección.  
 
La raya. Chardin. Imagen de wiki commons


¿Que llamó la atención a Chardin en este motivo? El contraste entre la vida y el deseo del gato con el desastre de la raya. No lo parece. Más bien si miramos el resto de los bodegones la raya era solo un elemento más de una naturaleza muerta. Más alla de su perfección técnica hoy tendemos a verlo como algo simbólico y casi nos identificamos con la mirada apagada y bonachona de la raya.  
  
Chardin no solo pintaba bodegones. He aquí lo que suele llamarse una pintura de genero, o sea escenas de la vida cotidiana. Un niño en el alfeizar de la ventana crea una pompa de jabón del mayor tamaño posible insuflando aire en la burbuja con una caña. Es una  instantánea con varios protagonistas: el niño, la pompa, su probable hermano menor que intenta disfrutar de la pompa sin alcanzarla. Probablemente el protagonista no es ninguno de ellos sino la acción antes de que se inventara la instantánea, el momento en que converge todo antes de disiparse con la explosión de la pompa destruyendo las ilusiones del niño mayor,  frustrando el deseo del pequeño y dejando la ventana y el vaso de agua con jabón listos para iniciar el proceso de nuevo. Hoy estamos muy familiarizados con las instantáneas, en la época los instantes no podían ser detenidos. 

Pompa de jabón. Chardin. Imágen de wiki commons


Muchas más cosas pueden verse en la exposición: maestras, peonzas girando, dibujantes mal trajeados copiando sanguinas, ambientes familiares y muchísimos bodegones sencillos y elegantes iluminados con una luz mágica. Algunos cuadros fueron realizados por Chardin en varias ocasiones y se muestran conjuntamente. Vean por favor la presentación multimedia que el Prado ha preparado  y probablemente se introducirán en un mundo anterior a la revolución industrial en que la electricidad animal como el nuevo orden social y otras muchas cosas eran sólo ideas que todavía no se habían materializado en todas sus consecuencias.
 




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